martes, 7 de agosto de 2012

Segunda oportunidad...

Jean Cusset, ateo menos cuando se enferma, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-Recuerdo la oración penitencial: "... Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de mis pecados...". No entendía yo eso de la satisfacción hasta que supe que satisfacer significa compensar. Es benigna nuestra religión, y nos permite reparar con obras buenas las cosas malas que hemos hecho. Eso no quiere decir que podemos actuar mal con la promesa de luego hacer el bien. Significa, sí, que el bien sirve, entre otras muchas cosas, para restituir el orden roto por el mal. Siempre tenemos una segunda oportunidad. Ésa segunda oportunidad se llama el bien.

Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.